En dos meses el panorama energético español ha cambiado radicalmente, y la última medida, que acaba con la subasta eléctrica de precios, ha dado la puntilla a las energías renovables como cabeza de turco. Tras el fiasco de la subasta de diciembre de 2013, víctima de una burda manipulación de precios, y la nueva ley eléctrica que ha dejado por los suelos el margen de rentabilidad del autoconsumo renovable, los consumidores se adentran en un nuevo sistema mucho más complicado y que no asegura un ahorro directo, tal como intentan vender desde el gobierno.
Con la jugada arrancamos enero con una subida del 2,3% en el precio de la luz, y no será la única. Ahora, al eliminarse la subasta energética, que establecía los precios de la luz en función del mercado mayorista, el precio se fijará directamente en función del periodo facturado «de acuerdo con el precio del mercado mayorista», según el Secretario de Estado de Energía, Alberto Nadal.
Eso sí, a partir del 1 de abril desaparecerán los intermediarios y los especuladores financieros… pero teniendo en cuenta la congelación de los costes fijos (el 55% de la factura) y el aumento del coste de la potencia contratada (un 18%) de poco servirá que el coste del consumo real baje un 7%, tal como explicaba la OCU recientemente. Por esta razón, lo más recomendable es revisar la potencia contratada e intentar reducirla para evitar un incremento excesivo de la factura de la luz.
Adiós subasta eléctrica, hola pequeño consumidor
La eliminación de la subasta eléctrica ha conllevado el fin de la Tarifa de Último Recurso, a la que están abonados más de 20 millones de hogares, y pasa a denominarse Precio Voluntario al Pequeño Consumidor. En teoría, a partir de ahora se ampliará el mercado de las comercializadoras con la entrada de nuevas suministradoras más pequeñas y, por tanto, habrá una mayor competitividad, lo que suele acarrear una lucha de precios en beneficio del consumidor. Aunque ya hemos visto que la subida de la potencia contratada será el principal escollo de la economía doméstica.
Con el nuevo sistema de precios, esta tarifa (que recuerda mucho a aquello de «ajuste temporal a reembolsar» por lo de «voluntario») podrá establecer la factura en función del precio que se mueva en el mercado cada hora. Sin embargo, hasta 2018 no está prevista la instalación completa de contadores inteligentes que permitirán hacer ese seguimiento, por lo que el promedio mensual o bimensual (según el periodo de facturación establecido por contrato) será el adalid del recibo.
Subida inevitable del precio
Si bien la noticia de la eliminación de la subasta eléctrica se ha recibido con alegría en el sector y los consumidores, la realidad es que la nueva ley energética bloquea la subida de precios en el 2%, por lo que alguien deberá asumir el déficit de tarifa que se produzca (la diferencia negativa entre el precio de la electricidad y el coste de producirla). Y este pato ya sabemos quien lo paga, hecho que ya ha denunciado la Fundación Energías Renovables, al que habrá que sumar otros 3.000 millones de euros recortados para evitar precisamente este desfase.
Por su parte, la Asociación Nacional de Ahorro y Eficiencia Energética (Anae) se congratula por el fin de la subasta eléctrica, ya que «de media el mercado mayorista de la electricidad (OMIE) es bastante más barato» que los precios de la subasta eléctrica.
En este sentido, la organización estima que la diferencia media entre estas subastas y el precio final del mercado puede ser del 17,5%, lo que demuestra que la subasta eléctrica se había convertido en un «producto financiero» con la intromisión de gran cantidad de intermediarios situados al margen del propio negocio eléctrico.
[quote]ANAE: El resultado de la subasta eléctrica trataba de garantizar el margen de beneficio de los intermediarios, consiguiéndolo, a veces, de manera muy importante en la inmensa mayoría de los trimestres.[/quote]
Con el cambio de la generación del precio a través del mercado mayorista, «los participantes sí forman parte del negocio físico de la electricidad, y en donde multitud de consumidores, en su inmensa mayoría de índole profesional, compran su energía en productos parecidos, a los que ahora parece comprará el doméstico y por mediación de la comercializadora correspondiente o directamente», sentencian desde la asociación.
Imagen | GdeFon
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